La historia de este culto relata que la intercesión de la Virgen salvó al pueblo de Macas de la destrucción con la que amenazaban los ataques de los indios jíbaros. Los relatos cuentan que un grupo de hermanos de apellido Rivadeneira se encomendaron a la protección de la Virgen e hicieron una promesa de honrar su culto cada 5 de agosto.
En la casa de estos hermanos quedó su madre, Maria Dolores (invidente) quien tuvo la vision del ataque de los jíbaros y que una mujer se les enfrentó y los ahuyentó del lugar. Una vez que la mujer contó su visión milagrosa, todo el pueblo constató con asombro como en el camino quedaron lanzas y otros objetos de combate que atestiguaban la huida de los shuars.
La población de Macas, capital de la provincia ecuatoriana de Morona-Santiago mantiene la devoción hacia la "Purisima de Macas", advocación de la Virgen que acompaña el devenir de esta población conocida como la "Esmeralda Oriental".
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