Bona de Pisa fue una monja que ayudó a los viajeros peregrinos. Fue canonizada por el Papa Juan XXIII como patrona de las azafatas.
Nacida en Pisa, tuvo visiones desde muy pequeña. En una ocasión, vio la figura con un crucifijo en su mano en la Iglesia del Santo Sepulcro. En otra iglesia, tuvo una visión de Jesús, María, y entre ellos Santiago. Estaba asustada de estas figuras y escapó. El apóstol Santiago la persiguió y, por ello, le ofreció devoción para toda la vida. A los diez años, se hizo religiosa agustina. Cuatro años después, realizó el primero de sus muchos viajes, uno de ellos a Santiago de Compostela, donde están los restos de Santiago el Apóstol.
Después de esto, estableció una de las rutas del Camino. Completó el camino con éxito nueve veces. A pesar de estar enferma en ese tiempo, completó el décimo viaje y volvió a Pisa.
En su alcoba de Pisa, murió (en 1207)y sus restos fueron llevados a la iglesia de San Martino en Pisa, donde se le venera. Su festividad se celebra el 29 de mayo.
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